EL GRAN CACAO

04.07.2013 16:23

Una iniciativa que documenté para ser presentada como ponencia en la reciente Expo Feria Internacional del Chocolate 2013  Venezuela, dentro del Complejo Cultural Teresa Carreño, la cual no pude llevar a cabo por factores técnicos y logísticos.  Se las ofrezco  a mis lectores, como un reportaje que se asume como modesto aporte al conocimiento, del que considero nuestra riqueza olvidada… 

Por: Julio César Alcubilla B.-

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Antes de entrar en ésta maravillosa experiencia de narrarles  investigaciones de nuestra historia cacaotera, expreso como venezolano portador del mensaje “soy parte de una Venezuela posible”, que el único color que distingo es el de la dignidad, la libertad y la integridad evolutiva de nuestra  patria. Reconozco el trabajo tesonero de Leudys Gonzales, su equipo y los objetivos de La Fundación Nuestra Tierra, como portadores de los mismos ideales.

 

En primer lugar, considero importante aclarar matrices de opinión referentes a donde se diseminó con exactitud el árbol del cacao, pariendo que es una planta originaria del trópico americano.  Algunos historiadores e investigadores coinciden que pudo haber sido en nuestra patria Venezuela (Hoyos, 1987, p320). Sin embargo lo más probable, aunque México se atribuye en exclusiva tal privilegio, es que haya sido en la vertiente de los Andes Ecuatorianos, pues es allí donde se haya más variedades existentes. Sin embargo ciertamente fueron las culturas Azteca y Maya, quienes lograron el cultivo y consumo del cacao, tuviese un mayor desarrollo durante el período indígena; como refiere la cita siguiente…”…según una antiquísima leyenda azteca, Quetzalcóatl, el jardinero de edén, una de las deidades más veneradas por éste pueblo, trajo a la tierra sus semillas y las ofreció a los hombres, para que pudieran participar de las delicias de un manjar apreciado por los dioses”.

En Venezuela el cacao tuvo un origen silvestre en muchas regiones, en particular en las cuencas del Orinoco y los lagos de Maracaibo y Valencia, en los Andes, en los Valles del Tuy y Barlovento. A propósito de ello, otra leyenda, nos hace reconocer, nuestra historia cacaotera… “el antiguo territorio de los yanomamis (Amazonas, ubicado por algunas cartografías entre las fuentes del río Orinoco y el río Parime, era reseñado como el país de los Cacaguales, debido a las muchas plantas  de cacao, que abundaban allí…”.

Para 1655, el gobernador de la Provincia  de Cumaná, Antonio Brizuela, le envió al rey de España, un informe sobre “La Provincia de la Nueva Barcelona”, lo cual constituye el primer documento escrito por un europeo, en el cual se hace una descripción de la región de Barlovento. Referencia nada casual, ya que los pobladores de Cumaná, ansiaban anexarse a ésta rica región, la cual destacaba entonces por sus plantaciones de cacao. 

Revisando los antecedentes aborígenes del cacao y su uso en Venezuela, se ha sostenido  de que antes de la llegada de los europeos, los indígenas venezolanos empleaban el cacao como alimento y con fines votivos. Igualmente, algunos historiadores coinciden, que el cultivo y consumo entre los Timotocuicas en regiones andinas, sus pobladores quemaban grasa de cacao a manera de incienso y se lo ofrecían a sus ídolos. También preparaban “Chorote” bebida bastante cercana al “Xococalt Azteca” 8 González, 2004, p76).  El Chorote, era una pasta de cacao, sin vainilla ni canela, cocida en agua de papelón.

Cultivo

En Barlovento su cultivo y el poblamiento español, fueron la misma cosa. El cacao venezolano de Barlovento, distingue unos frutos denominados mazorcas, por presentar características que pueden variar de una planta a otra, según sea su origen. Así en Venezuela, el cacao criollo, es descendiente de la variedad arraigada en Centro América y México. La cual según algunos historiadores, aseguran fue traído por los cultivadores de la colonia (Leal, 1993, p.88). Característicos por tener mazorcas alargadas  y puntiagudas de color verde, que al madurar se tornan amarillas. Su cáscara suele ser rugosa con una docena de surcos tamaño mediano y almendras grandes en su interior, de forma redondeada, de cotiledones blancos.

 

Nuestro país  produjo desde tiempos de la colonia, el que ha sido considerado el mejor cacao del mundo, el cacao criollo porcelana (Hoyos, 1994, p 311). Por otro lado, al unirse nuestro cacao del amazonas o forastero, se produjo otra variedad llamada trinitario (Braudeau 1981, p 18), el cual representa una variedad de colores: verde, rojo, amarillo, anaranjado y cuyas formas van desde la alargada  y rugosa con surcos, conocido como “Angoleta”, “Cundeamor”  y “Amelonado”, hasta llegar al de la forma redonda, lisa, casi sin surcos, denominado “Legón” y “Calabacillo” (Ramos et, 2004, p.17-18).

La planta de caco no resiste mucho tiempo la luz solar directa, de modo que le es imprescindible la sombra. En un comienzo, en sus primeras etapas de cultivo, el cacao se desarrolla a la sombra de plantas de cambur o el plátano. Debido a que presentan un follaje suficiente y son de fácil eliminación (Ramos et 2004, p18). Por igual para 1934 un agrónomo hindú de apellido Singh, al servicio para aquel entonces del Ministerio de salubridad y de agricultura y Cría, dio a conocer al bucare Anauco, al bucare Peonio y al Apamate, familia del Araguaney, como sombras ideales para el cacao. 

Actualmente se conocen para cubrir al cacao, el Guamo en Barlovento, pero el árbol al que más se ha recurrido para cobijar al cacao, son los bucares. El secreto de la gran preponderancia que ha tenido el cacao, está en sus semillas ricas en almidón, proteínas, materia grasa y la extraordinaria  cafeína. De sus semillas al procesarlo se obtiene el chocolate, considerado como ya expresé por los aztecas, la bebida de los dioses. El cacao posteriormente procesado en forma industrial, tuvo su inicio con el polvo de cacao y la empresa de un holandés de apellido Van Houten, que registró la patente en 1828.